VUELTA AL MUNDO EN VELERO

Como alguno de vosotros ya sabéis, en la madrugada del 31 de Marzo sufrí un cólico nefrítico causado por un cálculo renal  y lo pasé francamente mal. Dicen las mujeres que lo han padecido que es un dolor similar a cuando se tiene un bebe, con la desventaja de que no yo me he visto premiado son semejante criatura.

Dado que el dolor era extremo decidí echar mano del botiquín de emergencia donde pude encontrar unas inyecciones apropiadas y que Carmen pudo aplicar a la vez que pedí ayuda a la embarcación que estaba más próxima a nosotros en la que sabía que la esposa del capitán era enfermera y podía disponer de medicamentos mas adecuados.

Como no tenía respuesta por radio, realicé la llamada a través del teléfono vía satélite. Al cabo de cuatro horas nos encontramos en medio del océano con una mar movidita y Sheila, la enfermera, subió a bordo de nuestra embarcación para quedarse a cuidar de mí hasta llegar a destino. Mas tarde se corrió la noticia a todas las embarcaciones y a la organización para que los barcos más próximos de apresuraran a darnos apoyo en caso de que yo no pudiera estar en condiciones de manejar el barco.

A todo esto, el marido de Sheila se puso en contacto con el servicio de guardacostas del Reino Unido quienes me llamaron por teléfono para ver como podían ayudarme y me pasaron con  sus servicios médicos. Estos me informaron de los fármacos que debía tomar al tiempo que se ponían a mi disposición.

A base del cóctel de analgésicos y de la inyección que me aplicó Carmen, al final del día empezó a remitir el dolor toda vez que mi enfermera particular me forzaba a beber agua y más agua constantemente. De esta manera y estando acostado todo el tiempo empecé a encontrarme mejor.

A todo esto, una embarcación que estaba a 80 millas por delante, ya había empezado a ralentizar la velocidad para tratar de reunirse con nosotros y prestarnos un tripulante para manejar el Bionic si fuera necesario.

Cuando se inició la fiesta nos encontrábamos a unas 1200 millas de Galápagos, a 1800 de Perú y a 1900 las islas Marquesas que es a donde nos dirigimos. Nunca pudimos estar tan lejos de tierra. En estos momentos estamos a unas 800 millas.

Ha sido  alucinante la rápida reacción de los compañeros y el apoyo recibido. La operación de trasladar a Sheila de una embarcación a otra fue arriesgada y no tiene desperdicio, con gran valentía por parte de ella y enorme generosidad por parte de su marido e hijos que navegan con ellos.

Sin duda, si este nivel de colaboración se prestara en otros ámbitos de la vida cotidiana el mundo andaría mucho mejor.

A todos ellos les damos nuestras mas expresivas gracias.