Creí que este capítulo de la navegación ya estaba cerrado definitivamente después de nuestra vuelta al mundo, pero una mañana temprano al amanecer, me desperté y creí escuchar de nuevo las olas de nuestro mar Mediterráneo al romper. En la inquietud de aquellas horas tan tempranas intuí que volvía a renacer dentro mí el espíritu de marinero.
Con el cálido abrazo de esa luz del sol de la mañana y su calor, dentro de mí escuché la llamada del mar para regresar allí de donde nunca debí partir.
El mundo de la mar es mi mundo y mi motor. Aún cuando nos encontramos en el invierno de nuestras vidas, deseo disfrutar de ese mundo que amo y al que suavemente un beso le podre dar próximamente.
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