No me resigno a decir adiós a este fuerte sentimiento que tanto impulso, luz y pasión diera a mi vida en estos últimos años de nuestras vidas, la navegación de crucero.
El Bionic, ha sido nuestro leal y fiel amigo. Él nos brindó cobijo y nos protegió de la furia de los vientos y de las embestidas de la mar tantas y tantas veces. Ahora toca decirle adiós a sabiendas de que con esta despedida, algo hermoso muere dentro de mí. Aun así le digo adiós para toda la vida, aunque toda la vida siga pensando en él.
No le temo a la despedida, le temo a la desolación que inundará mi alma al saber que no podré perderme o fundirme en las entrañas del que fue nuestro amigo y hogar durante largo tiempo por estos mares de Dios.
Compartir contigo fue como tocar el cielo y ver lo hermoso de tantos y tantos lugares visitados, allá a lo lejos por los mares del sur, Marquesas, Tuamotus, Sociedad, Fiji o Vanuatu.
Te digo adiós, queriéndote todavía aunque nunca te olvidaré. No sé si tú me quisiste o tal vez nos quisimos demasiado los dos. Este cariño fogoso, apasionado y loco, sin darme cuenta lo cultivé dentro de mis entrañas. No sé si te amé mucho… no sé si te amé poco; pero sí sé que nunca volveré a amar así. Me queda tu imagen esbelta y firme dormida en mi recuerdo, y el corazón me dice que no te olvidaré; pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo, tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.