Queridos todos, en la soledad de las noches de insomnio y cuando se cumplen ya nueve meses desde nuestra llegada a casa, siento que poco a poco comienza a tomar fuerza dentro de mis entrañas una especie de añoranza y nostalgia por el mundo de la mar. Hay días que, sin saber porque, me amanece el alma marinera, con aromas de sal y caracolas de espuma. Entonces añoro la brisa, los atardeceres de soles rojizos y perezosos con la luna derramándose sobre el agua. Esos días, y sólo esos, siento no haber nacido junto al mar y tener que navegar una y otra vez.
Estas últimas semanas he estado trabajando en la preparación de un video sobre nuestro periplo. Viendo una y otra vez las imágenes capturadas en lugares tremendamente idílicos por allá en las aguas del Pacífico Sur, siento que la ansiedad me invade y parece como si escuchara la llamada de aquella sirenita diciéndome que no debimos marcharnos tan pronto de allá, de los Tuamotus, Morea, Tahaa, Fiji o Vanuatu.
Y es que ya son muchos meses de secano y parece que nuestras vivencias en el mar comienzan a quedar algo lejos. A lo peor dentro de un tiempo hasta pensaremos que solo fue un sueño y que realmente nunca sucedió. En todo caso, cuanto menos nos quedará el recuerdo de lo que fue un Gran Sueño y esto no nos lo arrebatará nadie.
Deseo que os guste el video que os he preparado.
30 abril 2012 a las 0:06 |
«HABLO CON EL MAR»
Sentado en estas rocas, mar, te escucho.
No entiendo tus palabras pero adivino a ciegas
que algo quieres decirme mas no puedes llevarme
adonde yo quisiera, ¡oh inmensidad sin centro!
No te entiendo, madre-muerte, madre-amante, madre-amor,
¿O eres tú la que no entiende mi modo humano de hablar?
¿Hasta cuando tengo que seguir esperando
mi retorno a tu origen, madre natal?